Día Internacional de la mujer trabajadora
|
|
Como un "tesoro", la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos; custodia con celo una colección de “fotos únicas” de las que hoy muestro una, de la Guerra Civil Española, captadas por David Seymour 'Chim', uno de los mejores fotoperiodistas del siglo XX. Hecho que ocurría en Badajoz…
|
Es un corto, pero
muy respetuoso y sentido tributo a la dignidad de la mujer, a la celebración de
ese día, que simboliza mucho más de lo que podamos expresar. Es un grito de
petición de respeto, de ternura de cariño y de lo fundamental; de igualdad,
pero tras llegar al verdadero consenso, sin ello no habrá el necesario respeto
de equivalencia y paridad… Por vosotras. Amigas y compañeras.
Que un día acabe esta lucha… Pero ha de
ocurrir por haber desaparecido el motivo que la provoco, no puede ocurrir por
que alguien así lo quiera o simple y llanamente cualquiera o muchos lo
aprueben, ha de ocurrir por una total carencia de motivos, ha de ser por él y
con él, consenso femenino y consiguientemente feminista. Ha de ocurrir cuando
el hombre deje de pensar, actuar, comportarse, mirar… de forma y manera
machista. En definitiva, cuando actuemos como iguales por convencimiento y con
el acuerdo y consenso mutuo, nunca como obligación y menos por imposición. Así,
no seria necesaria la ley, hoy entiendo y comparto, que no hay otro camino que
la ley.
Siempre he pensado muy dentro de mí, que la Guerra Civil Española
no ha terminado, que desde el treinta y seis hasta hoy siempre ha habido un
motivo para tener presente esa contienda, que fue un Golpe de Estado en toda
regla. No ha terminado y nunca han querido que termine. A partir del treinta y
nueve una secta fue la victoriosa, esa camarilla de una forma o de otra sigue
ahí, aunque no son los autores materiales, si al menos los herederos y además
actúan como tales. Se le…s ve, el viso casposo y la prepotencia de quien se cree
dueño y señor de la situación. Se les ve, cuando dicen: “hoy te doy y hoy te
quito”. Se les ve, cuando dicen: que no sabemos “ni perdonar ni olvidar”. Se
les ve, en los “monumentos y panteones erigidos a sus muertos. Se les ve,
cuando nosotros queremos pasados los ochenta años, localizar a nuestros muertos,
para en silencio darles sepultura y saber donde hemos dejado sus restos. Se les
ve, en las forzadas leyes, que no protegen a las mujeres de los asesinos. Se
les ve, como se abandonan a un cruel destino, por la absurda obligación del
cumplimiento de un absurdo compromiso con un machista presupuesto, aunque en su
elaboración participen mujeres…
En la mayoría de los casos, lo hacemos como
promesa, en el lecho de muerte, a muchas mujeres, madres, esposas, hermanas,
hijas. Todas han sido las sufridoras calladas, de este largo conflicto que una
parte, de la contienda no ha querido que dejen de sufrir, con ello no digo que
el resto de seres del bando “de prepotentes ganadores” no han sufrido, sino que
hoy quiero ensalzar a las mujeres que tras la Guerra y en ella, fueron humilladas y maltratadas
física y psíquicamente, hasta que muchas dejaron su vida, por la lucha en pos de
sus familiares, tanto dentro o fuera de prisión.
Mi tributo en este Día Internacional de la
Mujer Trabajadora, ha de ir dedicado en este año 2017, a esas mujeres, que
amamantaron hijos con sus pechos secos por el hambre, que de las mondas de las
papas hicieron un exquisito guiso acompañado de un hueso de rodilla, que daba
buen sabor. Que endulzaron con caramelos, camuflados para esa ocasión, cuando
eran obsequiadas con uno, la achicoria que degustaban como el mejor café
Colombia. Que les dieron la vuelta a los puños y el cuello de las camisas y que
del pantalón roto por las rodillas salían, dos cortos para los niños. De esas
mujeres que lucharon por sacar adelanta a los hijos con interminables horas de
trabajo, para luego continuar con las tareas de los hogares. Esas madres,
esposas, hermanas e hijas, que se quitaban de la boca lo poco que podía
llegarles, para tras una larga cola y espera, visitar a su ser querido en la
cárcel y ofrecerles lo mejor que habían sabido hacer, privarse de su sustento.
A todas y a cada una de ellas, a las que hoy
todavía siguen empeñadas buscando, con la ley en la mano, a su familiar
olvidado en un monte, fruto de una venganza atroz y sin sentido. A todas,
repito, mi mayor tributo y mi mayor cariño, así como también en este día vaya
mi tributo al resto de las mujeres y les pido que hoy sepan comprender el
motivo de mi dedicatoria. Corta pero creo que sentida. Si te sientes con ganas
de decir algo dilo, te invito a un desahogo, tuyo es y merecido lo tienes, por
tu valentía y abnegada lucha.
Cecilio Urgoiti