Gran Teatre del Liceu de Barcelona
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Cecilio Urgoiti en la escalera del vestíbulo del Liceu |
Esta es una historia de la historia,
es un canto a la música, al teatro y sobre todo a la opera… Historia con
sublime música de fondo, pero con tragedias y superación de ellas, que dicen
del ahínco y la constancia de un pueblo… En medio y para que no falte de nada
hay un fantasma, pues si un “local” de esta categoría no contara con ese
personaje, perdería su caché, su encanto y su propia razón de ser. Viva el
Liceo de Barcelona.
La ciudad de Barcelona se ha ido
convirtiendo en un asiduo lugar de visita, por mis más que constantes, idas a
el Centro Oftalmológico IMO, además de ir a dicho centro, hago visitas
gastronomitas y recorro la ciudad a pie, interesándome por todo cuanto veo, en
la medida que lo veo. Soy de los que se entretienen contemplando los edificios
y si son modernistas, con mucha más expectación. Pero Barcelona tiene mucho que
contemplar, siempre me sorprende y enseña encantos ocultos que no puedo dejar
pasar por alto, las puertas de los edificios, por ejemplo, tanto de forja como
el labrado de sus madera, que hablan por si solas de lo espectacular de la
ciudad y el esmero en el acabado y su conservación… Cada vez visito algo emblemático
y mira que hay, para ver y recrearse. Lo suelo hacer sin prisas y si la visita
es guiada o repito o luego me documento leyendo su historia y desde varios
puntos de vista, pues se que la historia se suele escribir por encargo y este,
el encargado tiende a agradar al amo.
Esta vez tocó, el mítico edificio del
Gran Teatro del Liceo de Barcelona, que por cierto, tiene una extraña historia,
con fantasma incluido y que como todos los míticos edificios de la música o del
teatro y además, para que no le falte de nada, no tiene que envidiar a la
famosa obra del Fantasma de la Ópera. El Liceo de Barcelona, ha superado con
éxito, al menos el vestíbulo de entrada, la escalera y el mismísimo Salón de
los Espejos, varios catastróficos embates.
Aludo estas partes, pues aun esta el mismo mármol del piso y las
escaleras, “blanco de Italia y negro de
Bruselas.” Habiendo superado, una
bomba y a dos incendios e incluyendo un derrumbe del techo y nada en
apariencia, parece indicar que este fantasma sea especialmente molesto.
Aunque el enigmático personaje que se
nos presenta, nos hace cuestionarnos: ¿Cómo puede habitar un fantasma, entre los
muros de este famoso edificio? Tal vez la respuesta este en que, se dice que
este teatro se construyó encima del cementerio de un monasterio… Pero la
historia del fantasma no es lo que hoy nos ocupa. Así que allá él y su leyenda…
Pero situémonos en la historia y por
supuesto, en el tiempo y más concretamente; durante la Primera Guerra Carlista
en el siglo XIX, entre Carlos María de Borbón, infante y, hermano del rey
Fernando VII que nunca entendí, lo del “deseado” ya que le encajaría más, “el
traidor” pues entregó a su padre Carlos VI a Napoleón. Vamos, cosas propias de
Borbones. Su esposa María Cristina, aquella de la copla de: “María Cristina me
quiere gobernar y yo le sigo la corriente…” Que fuera regente al nacimiento de
su hija, Isabel II por la sucesión de la corona.
Este rey, asumió nuevos retos,
adelantándose a su tiempo, al publicar la Pragmática Sanción, una ley que
derogaba la ley Sálica y le salió, como anillo al dedo, pues su mujer tuvo una
hija y así aseguró la continuación dinástica en la persona de su hija, con la
madre como regente. El Liceo nace con Isabel II como reina de España y
cuando fue instada a su colaboración, para el engrandecimiento de la opera en su
país, alegó, con animo de no participar, que a pocos metros, en dirección al
mar, estaba el Teatro Principal. Hoy como pude apreciar cerrado y sin síntomas
aparentes de restauración y menos de próxima apertura.
Durante la que luego, fue llamada “La
Semana Trágica,” uno de los conventos que quemaron, fue el Convento de los
Trinitarios, en medio de la Rambla de Barcelona, qué al parecer tenía una
bonita cripta con los cuerpos de los monjes.
Ciertamente la polémica figuró, como
una constante en la historia del Liceo, desde sus comienzos, rivalizó con el
antiguo Teatro Principal, hasta entonces el teatro más importante de Ópera de
la ciudad, estaba justo al lado y no llevaba bien una competencia tan directa. Pero
el Liceo se promocionó con el dinero de los burgueses catalanes, sin intervención
de la corona, siendo la excepción del resto de Europa. La peregrina respuesta
de la reina, a la hora de ser invitada a formar parte del accionariado, fue un revés
de mano a la burguesía catalana y que tuvo una clara respuesta, que aun hoy es
palpable a simple vista, no hay en el Liceo, “Palco real,” cosa que como
republicano me alegra. Durante la revolución de 1868 una multitud asaltó y robó
el busto de la reina Isabel II, situado en la escalera principal. Fue realmente
representativo, porque lo arrastraron por las Ramblas hasta tirarlo al mar. Hoy
en la parte superior de la escalera principal, se encuentra una escultura de la
“Musa de la Música,” obra de Venanci Vallmitjana. Fue colocada en 1901. El
busto de la reina, fue sustituido por esa alegórica escultura, eliminando así
todo vestigio real en el teatro.
El Liceo tiene su origen, en la
Sociedad Dramática de Aficionados, instituida en 1837 en el antiguo Convento de
los Trinitarios, por miembros de la Milicia Nacional, organización de
ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel
Gibert. La parvedad de establecer un “conservatorio de música en una
Barcelona,” ciudad esta, que vivía en plena expansión económica y demográfica,
propició en 1838, su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de
S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro, el del canto y la
música a la italiana. El nombre primitivo, fue un gesto, que como dije
anteriormente no fue correspondido por la corona y ya conocemos el resultado.
El Liceo al igual que la Scala de
Milán, sin ánimo de hacer ninguna comparación, pero casi ha sido una constante
en la mayoría de los locales de espectáculos públicos, si es incuestionable que
vivió luctuosos sucesos que afectaron al edificio. El primero empieza con el
incendio del 1862, que destruyó la zona de butacas y el escenario. A ciencia
cierta, no se conoce el motivo por el cual empezó el incendio, pero sí, que tuvieron
que remodelarlo totalmente a raíz de este suceso. Corre la voz y citan algunos
autores, que durante la retirada de escombros y cenizas se encontró un fragmento
de papel que decía: “Soy un búho y voy a solas, si lo volvéis a levantar, lo
volveré a quemar.” La remodelación tardó tan solo un año y tres días, los
accionistas tenían prisa y aunque no había un seguro que respondiera a la
catástrofe, ni administración publica, pues era íntegramente de iniciativa
privada. Sí, se hizo muy rápido, para la época…
El segundo desastre irrumpe de mano de
la política, el movimiento anarquista tuvo a finales del siglo XIX su mayor
esplendor en el Levante español, consiguientemente Catalunya no iba a ser
memos. Y esta vez, actúa con perdida de vidas humanas. Ocurrió en el Liceo,
pues de él, estamos escribiendo y vino de la mano del anarquismo, y provocado
por Santiago Salvador, un anarquista convencido y practicante, que en 1893 tiró
dos bombas en la platea causando 20 muertos, habiendo estallado solo una. Él
lanzo la bomba desde lo que vulgarmente llamamos “Gallinero,” pero la intención
era dañar a la burguesía, pues, ese era el enemigo a batir.
Tiempo más tarde, a principios del
1936, el Liceo fue expropiado por el Gobierno de la República, convirtiéndolo
en un teatro público y se llamó el Teatro Nacional de Catalunya. Pero en la
dictadura de Franco que volvió a sus antiguos dueños, fue un acto de
acercamiento del asesino dictador a la sociedad capitalista catalana, que
recibió, pero nunca con el agrado que se esperaba desde el franquismo.
Este Teatro tuvo su particular
proyecto de financiación, mediante acciones mercantiles, que soportaban la
propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del Liceo, dando
lugar a la “Sociedad del Gran Teatre del Liceu,” conocida en su ámbito como
“Sociedad de Propietarios,” la cual, desde 1855, se convirtió en responsable
única del Liceo al separarse jurídicamente del “Conservatorio del Liceo.” Esta
situación fue desde el principio hasta
1980, creándose lo que se llamó el “Consorcio del Liceo.” Que se hizo cargo de
su administración, gestión y explotación.
La última de las tragedias vividas por
el emblemático Liceo, fue el incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la
sala y el escenario, causando un impacto emocional extraordinario en la
sociedad catalana e hizo replantearse, el modelo jurídico y administrativo de
manera radical, así como la propia existencia del Teatro. Finalmente, se hizo
necesario un nuevo planteamiento jurídico con miras a su titularidad pública:
“Se creó la “Fundación del Gran Teatre del Liceu en 1994, y la Sociedad del Gran
Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del
Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas.”
Cesión ratificada en 1997.
Tras el incendio de 1994, se tomo como
preámbulo de la reconstrucción, un existente proyecto de Reforma y Ampliación
de Ignasi de Solà-Morales i Rubió, arquitecto barcelonés y profesor
universitario, que databa de 1986, al que se adicionaron, en 1988 Xavier Fabré
y Lluís Dilmé. Con ello se realizó la reconstrucción, del nuevo Liceo conservando una fiel
apariencia al anterior, pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada
y ampliada con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y
calle Unió. En definitiva abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999. He
podido constatar; leyendo documentados de expertos en la materia, que hubo siempre una fiel reconstrucción de la Sala y
el escenario, que había quedado totalmente destruido por el fuego y que a pesar
de ello ha permitido varios cambios y mejoras.
Quiero destacar que este último
incendio se provoco por saltar chispas sobre el telón y el incendio fue voraz y
muy pavoroso y rápido. Dándose la circunstancia que el fuego provocado, en
forma de chispas, era para colocar un telón de acero que impidiera la
propagación del fuego, si así se daba. Otra de las extrañas circunstancias que
ayudan a reavivar el fantasma.
El conjunto de la Sala y el escenario
disponen actualmente del equipamiento técnico necesario para satisfacer
ampliamente las exigencias que presentan las producciones operísticas. Así como
las técnicas más avanzadas en seguridad y los materiales son ignifugos.
La Sala de los Espejos, antiguamente se
le llamó “El vergel.” Este lugar en las dos ocasiones de incendio fue salvado y
rehecho cuidadosamente, el salón, con los nuevos frescos en el techo y los entremetidos
textos referentes al arte en su conjunto y la música particularmente, lo que
hacen la parte alta de las paredes, un espacio donde se conserva, intacta, la ambientación
del antiguo Teatro del Liceo. El escenario del Liceo es el área más grande de
todo el conjunto del Teatro y el núcleo alrededor del cual se organiza todo el
edificio. Es, por decirlo humanamente, el corazón de una gran torre escénica,
que se eleva 40m por encima del nivel de escena y se hunde 24m por debajo de
este nivel.
He tratado de ir enseñándoles el Gran
Teatro del Liceo de Barcelona, a grandes saltos, tanto de su historia, como de
la historia de su tiempo, sus tragedias, sus particularidades más
características, sus luces y sus sombras y las luces y sombras que toda
sociedad tiene, pero he tratado de resumir lo que un amable e entusiasta guía,
nos fue narrando en el escenario natural y más fiel posible, si tenemos en
cuenta la historia del representativo lugar, lugar que por si solo, no tiene
nada que envidiar de cualquier otro y del que salí encantado y con ganas de
volver…
Cecilio Urgoiti