Cirilo es un fantasma muy castizo
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Silueta de fantasma |
Esta es la historia del espectro, que deambula
por la Plaza Mayor de Madrid. Muchos dicen haberle visto, pero datos, lo que se
dice datos, pocos tenemos, más bien son habladurías y con eso y la creencia
popular, empezamos:
Se dice que fue víctima de una “ejecución,”
en el siglo XVII. Poco tiempo después de aquel vil acto, muy probable ejecutado
por la “Santa Inquisición,” ironías de la propia iglesia católica, santificando
a los mayores ejecutores de muerte, cuando la doctrina del que dicen seguir da
vida. Pero como todos los fantasmas este no va a ser menos y son muchos, los
que aseguran haberlo visto
Lo cierto es que por donde ahora rondan
los turistas, en busca de los “bocadillos de calamares” y de ese “Coffee with
milk” que la Botella quiso; que pasara a la historia de la emblemática Plaza. Donde
cada diciembre próximo a la Navidad, aficionados de los belenes, compran allí
las consabidas figuritas, así como el resto de los adornos típicos de las
fiestas. Por cierto, yo pienso que en esa Plaza se vende más vino y cañas de
cerveza que el café con leche, pero esa gente se deja asesorar por los amigos,
más que por los conocedores, de tal forma que el dinero no salga nunca de su
vicioso circulo.
Pues hace tres siglos, en donde ahora
hay lo que hay, solo había ejecutores de sentencias de muerte, que solo podían
venir, de la corona y de la iglesia católica, pues las otras practicas
religiosas estaban prohibidas o habían sido expulsadas, como los judíos, que
aun hoy, sus descendientes guardan las llaves de las que fuesen sus casas. Los
otros moradores o transeúntes de la plaza, eran fallecidos, los cadáveres que
la “justicia terrenal o divina, dejaba y además “sangre,” mucha sangre, es que
se ejecutaba a destajo.
Hasta 1765 este lugar de la
Madrid se catequizó y en el fue donde eligió la Inquisición, para “liquidar a
los infieles.” Cientos de personas exhalaron su último suspiro, con los
soportales y el suelo empedrado, como postrera visión, si es que el sollozo,
tras la tortura te dejaba ver algo o más bien, lo que pedías, era acabar con
tanto horror y dolor. Fue tanta, la defunción que rodeó a esta plaza, que son
muchas las patrañas, quimeras o cuentos de fantasmas, que aun hoy se vislumbran.
Ahora bien, por encima de todos, se halla la de Cirilo. El “fantasma
oficial” por antonomasia de la Plaza Mayor. Corre en esa zona cerca de el
Madrid de los Austrias, una leyenda que dice: Que quien no ha visto a Cirilo,
no ha estado cenando en la Plaza Mayor o sus alrededores.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII,
las ejecuciones en la Plaza Mayor de Madrid, eran, por así decirlo, el
espectáculo más común y más barato de la época, era si lo llevamos al romano
paladino, “el pan nuestro de cada día.” La comidilla diaria, inscriben: “…Que
el patíbulo se situaba en el Portal de Pañeros, si eran ejecutados
mediante garrote. Los que morían en la horca, eran colgados frente a la Casa de
la Panadería, mientras que en la Casa de la Carnicería morían los ajusticiados
mediante hacha, por decapitación.”
Los vecinos de la hoy cordial plaza,
no tardaron en popularizar historias, que tras el boca a boca, nos ha ido
llegando, hasta nuestros días, sin olvidar las narraciones escritas sobre esa
parte de la negra historia de la “Santa Inquisición,” así como mucha de la
narrativa picaresca de aquél momento. Mucho se dijo, sobre los lamentos, gritos
y crujir de cadenas, que se oían cuando llegaba la noche y las comitivas
funestas, obviamente en “pasatiempos” como estos nuca faltaban espectadores,
los habían a cuerpo gentil, los que más tendrían que ocultar y otros a
hurtadillas.
En un país como este, donde la
comidilla diaria es el hablar y el ser protagonista en todo, vamos que somos
muchos los que nos colgamos medallas, incluso sin saber el porqué. Así las
cosas, los fantasmas de la Plaza Mayor iniciaron su andadura y formaron el elenco
de la memoria colectiva de los madrileños en aquellos tiempos. Por lo que sea,
siempre hay una que destaca, sobre el resto y el papel le toco jugarlo a Cirilo
que, al parecer, tiene la tradición de asomarse, ya entrada la noche, a
aquellos tardos que atraviesan el lugar a altas horas de la madrugada. Lo
cierto es que esto siempre ocurre cuando ya casi, no queda nadie, bajo los
soportales y entre, lugareños y turistas, unos van bebidos y otros huyen
corriendo, por miedo a “perder” sus pertenencias. Comprenderéis que no es tarea
fácil, hallar testimonios fidedignos. Cuentan las leyendas, que haberlas ahílas,
que fue Cirilo, uno de los primeros ajusticiados y en cierto modo, es el que debe
recibir de ser el fantasma de mayor renombre del lugar en cuestión. Todavía
hoy, de vez en cuando, alguien se acuerda de Cirilo al ver una sombra o un haz
de luz que pasa por la Plaza Mayor. Y que coste, que esos actos reflejos, que
puedan darse, no son de ignorancia, que también, sino que es sano veces
recordar las leyenda y con ellas parte de nuestra historia. Los fantasmas serán
figuraciones o ¿no? pero matar, por no creer en lo impuesto por la Iglesia
oficial y verdadera, si que se hizo y fue mucho y sin más sentido que subyugar
al creyente y por ende, al pueblo desde en ámbito coronado.
Cecilio Urgoiti
ResponderEliminarEsta es la historia del espectro, que deambula por la Plaza Mayor de Madrid. Muchos dicen haberle visto, pero datos, lo que se dice datos, pocos tenemos, más bien son habladurías y con eso y la creencia popular.
Me ha encantado...
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