A la luz de la Luna
Es una crítica al
mal trato que hacemos del planeta, que nos alberga y atalanta, sin él, hoy no
seriamos nada… Cuídalo y piensa que detrás vienen otros iguales a nosotros y
con los mismos derechos de heredad.
Aquella era una fría
noche, ya desde la tarde se sabía por la oscuridad, la intensidad y la espesura
de las nubes. Era un día sin Sol a la vista, él allí estaba… Por tanto, no se
iban a poder ver las estrellas o al
menos en las primeras horas de la noche, hete ahí, que el cielo concluyentemente
estaba negro. Pero, como si un soplo de viento incidiera sobre las nubes, se
abrió un espacio, que dejaba ver solo la luz de la Luna y esta, en aquel
momento, nos iluminaba la noche. Con ese panorama o telón de fondo, alguien, ni
viejo, ni joven, sino todo lo contrario, se recreaba al tomar el fresco y
pensaba para sus adentros, mirando la redondez del satélite y tratando de
buscar imaginarios dibujos en las sombras que traslucía la silueta de la Luna. Diciéndose
mentalmente:
En la Tierra los
habitantes, con los constantes movimientos de rotación y de traslación, se ven
más acuciados por su propia muerte y un incierto “Más allá” que dar solución a
la propia vida, teniendo claro que el resto es humo que venden los
cantamañanas, ora; en la iglesia, la que sea, ora; el gobierno, el que sea... Y
es que aun con ese peso, pensaba que su tristeza era atroz. No tenían donde
llorar a sus muertos y eran muchos y si no los había matado la Tierra… ¿Quién
lo había hecho?
También le abordaba
que las guerras, por pura codicia, la naturaleza embravecida por huracanes y
tormentas, las enfermedades provocadas por ensayos y pruebas de inventos para
explotar la Tierra y el egoísmo de la clase dominante, con sus “crisis”
inventadas, estaban mermando los pocos seres que habitaban el planeta. El
planeta Tierra donde cada vez, ese egoísmo lo convertía en un vertedero de
estiércol y solo unos rincones privilegiados, fuera del alcance de la vista del
pueblo, era un oasis inalcanzable para la sociedad viviente vulgar. Aquel
hombre no tenían donde llorar a sus muertos y eran muchos y si no los había
matado la Tierra… ¿Quién lo había hecho?
Tras volver a
llorar, por lo pensado y mirar de nuevo a la apertura del cielo, que iba
caminando con la Luna oyó a una niña que lloraba con desconsuelo, porque en el
desbastador tsunami, había sucumbido toda su familia, pero esos, que
llamaban autoridades, solo contaban los
daños materiales, los vehículos oficiales, los desaparecidos por cientos, se
contarían más tarde, si es que se hacia y nadie sin deparar en aquella pequeña,
que de un momento para otro, se había visto sola y sin una mano amiga que le
ayudara a salir del fango, que se había encallado. Se que tiempo después, alguien
la intento rescatar y pidió ayuda, pero solo llegaron los reporteros y sus
cámaras y allí inmóviles estaban entretenidos con el ruido de el caminar de los
motores que les suministraban electricidad… pero la ayuda no llegó y la
criatura sucumbió y fue portada mundial de la mayoría de los Medios de
Comunicación. La niña y aquel hombre no
tenían donde llorar a sus muertos y eran muchos y si no los había matado la
Tierra… ¿Quién lo había hecho? Claro que lo mismo le ocurrió a otra niña
quemada con una “bomba de NAPALM” ocurrido en Vietnam, durante aquella guerra
de interés yanqui.
Para hacer este
cuento critico, he ido tomando los recuerdos, que anidan en el interior de mi
memoria y que son de cada uno de los momentos vividos, oídos, leídos, escritos
y mucho más. Para desde aquí elevarlos con fuerza, hacia el punto abierto en el
cielo, entre las nubes e intentar que se formasen al instante, miles y miles de
lucecitas que brillaran y tocaran la conciencia de quienes estamos en Tierra,
con ganas de hace algo por cambiar la sociedad y hacerla más y más justa y
equilibrada. No piensen en que es una utopia, piensa que entre todos podemos
darle forma de realidad. Lo real es que no podemos dejar a las generaciones
futuras peor planeta del que recibimos y nosotros que hemos sido los que más
cambios tecnológicos y de toda índole
que hemos experimentado, no podemos irnos así por las buenas sin dar respuesta
al problema que hoy ya tenemos.
Te recuerdo que en
la inmensidad del Universo, nacen nuevas estrellas y esos puntos de luz son en
cierto modo un reflejo de la realidad que aquí, en este ínfimo lugar vivimos…
Un recuerdo que a lo mejor os dice algo muy reciente: La niña y aquel hombre no tenían donde llorar a sus
muertos y eran muchos y si no los había matado la Tierra… ¿Quién lo había
hecho? Nosotros y nuestra dejadez y egoísmo.
Cecilio Urgoiti