Dos corazones para una larga vida. Vivir dos veces es todo un lujo y mantener vivo tu organismo y a su vez, el órgano vital de tu donante de vida, es un doble acto de generosidad. Pues lo mires como lo mires, se recibe para vivir, pero al cuidar y conservar, vive contigo esa otra parte de otro.
“La vida nos asalta y sorprende a cada instante. Es como una apasionante aventura en la que somos actores, sin conocer el papel que tenemos asignado. Estamos ante una situación de tal magnitud que recurrimos a la tan manida frase,” – “es como la montaña rusa.” Frases estas que extraigo de un escrito de José Martín Ramos, compañero de trabajo e incansable luchador por la vida, en el amplio sentido del vocablo, no solo de la suya propia, sino además, de todas y todos aquellos, con los que se implica. Pues un trasplante de corazón, no es tarea fácil de llevar, claro que tiene la ayuda medica, de otra forma no seria posible, pero hay que tener la valentía de querer vivir y eso es su merito y un constante hacer, para además pensar y ayudar, a quien necesite su ayuda y colaboración, en las gestiones, que lleven a feliz fin, la vida de otro.
– Estimado y respetado compañero, maestro, jefe, director y sobre todo amigo – Permíteme que profundice, en la medida que puedo y se, sobre tu concepto de vida o mejor aun, sobre esa “montaña rusa.”
La vida es el único fundamento del ser, que nos permite vivir, pero ojo, no solo la vida es vivir. Eso seria simple y, si dudas, mira a tus propias células, por separado, no en conjunto, pues entonces serias de nuevo tú mismo. Vivir es mucho más, es un trascendental impulso de “ser,” que es, la grandeza de la vida. Ahora bien, no olvidemos que la felicidad, es la mas impórtate de las ayudas y ella hay que perseguirla, es escurridiza y no se conoce la existencia de una llave que nos abra la puerta a tal camino. Tú, encontraste la llave y supiste decirle a la vida, cual era el camino de la continuidad hacia la felicidad, pero no te quedaste ahí, fuiste mucho más lejos, no solo te distes vida a ti mismo, sino que tu vida dio vida a un corazón que estaba en el camino de su desaparición. Por tanto hoy en ti, hay dos vidas, la tuya y la de ese nuevo corazón, obviamente fruto de la generosidad del donante y fruto de tu gran impulso, como dador de vida.
El deber del ser humano, como tal, es conservar la antorcha de la vida encendida, tal circunstancia es la prioridad para vivir y diariamente tú te esfuerzas para tal suerte. Tú al igual que yo, cada cual en su medida y condición, sabemos que no hay un ascensor hacia el éxito y, si lo hubiera, no estaría ni disponible ni a nuestro antojo. Siempre hemos tenido que usar las escaleras para subir y también sabemos, con certeza, que el subir, lo tenemos que hacer, peldaño a peldaño y por supuesto, también sabemos que hay momentos, que retrocedemos, no para recoger lo olvidado, que también, sino como la mejor de las medidas para aguardar la oportunidad. Pues vivir es ser conciente que lo que hagas por ti, ahí queda, el día que te vayas, pero lo que hagas por los demás, es tu legado, no solo a quien se lo hiciste, sino a los demás. Tu labor de difusión constante, publica y privada, sobre las donaciones de órganos te honra, pero te da un plus añadido, lleno de generosidad, por un lado y agradecimiento, por el otro. La generosidad y el agradecimiento son, algo así como la felicidad en materia de ayuda a la propia vida.
Entiendo que la ayuda médica, como ya dije, es no solo necesaria y trascendente, por consiguiente, es fácil deducir que sin su intervención nada ocurre. Pero también hay otras ayudas y tú, Pepe has contado con ellas, son tus hijas una más cerca y otra en la isla, pues se que había alumbrado gemelos y ellos, las criaturas necesitaban de ella y tú la otra criatura, lo adopto Miriam, así dicho, se entiende perfectamente que sea ella la más nombrada en tus escritos. Ambas siempre estuvieron a tu lado, una en cuerpo y la otra en voz. También fueron varios los amigos que vivieron a tu lado ayudándote. Esas ayudas que he mencionado fueron vitales y tu lo reconoces constantemente. Ahora bien, se que fuiste tú la ayuda y el soporte de ellos, la prueba lo evidencia que en la “habitación postoperatoria,” con tan solo 24 horas de salir del quirófano, ya estabas incorporado en la cama y hablando de la “tele” y es que no podía ser de otra forma, tratándose de ti, aquella anterior noche, habías hecho periodista a tu recién llegado corazón.
Pepe; se que hay algo de atrevimiento en todo esto que te digo, pero también se, que lo comprenderás, igualmente se que la mejor ayuda a todos y a ti mismo, fuiste tú, esa ayuda esta fielmente manifestada en tus escritos y, en tu dedicación e información a personas que necesitan el asesoramiento, para acercarse a lo que creíamos imposible, cuando la prensa del mundo reveló, que un doctor de apellido Barnard, en Sudáfrica, allá por 1967, había hecho un trasplante de corazón a un ser humano.
Amigo y Maestro: Recibe mi más sincero y respetuoso cariño. Un fuerte abrazo buen hombre y excelente informador.