En septiembre de 1976, siendo la noche del día 16 y teniendo en cuenta, que el hombre es el único animal que tropieza, al menos dos veces en la misma piedra y que la historia se repite y se nos adhiere como una calcomanía, “la noche de los lápices” es como una “Noche de los cristales rotos.” Salvando las distancias, pero siendo concientes que es un abuso del poder dictatorial, fascista o nazi o ponerle el adjetivo, a la postre asesinatos para callar a quien discrepe, a quien hacen callar para que otros no les imiten. Esa es una constante del poder que aflora tras la implantación de una dictadura, sea del signo que sea y venga de donde venga, no deja de ser actos criminales que merecen ser juzgados y no quedar impunes al amparo de triquinuelas, que ocultan a los asesinos. Argentina, con mucho mejor criterio que España ha sabido, a tracas y barrancas ir poniendo a los dictadores en el lugar que les corresponde y que no es otro que la justicia, ya se, que falta más, pero el pueblo mantiene esa constante que yo les reconozco y agradezco los aceptados intentos de procesamiento del dictador español Franco y su corte de criminales.
Durante los primeros meses de la dictadura militar argentina, diez jóvenes estudiantes de “La Ciudad de La Plata,” son secuestrados, torturados y siete asesinados, a raíz de sus protestas por el aumento del “boleto estudiantil,” vocablo este que se le da al bono o tique del trasporte publico, preferentemente “colectivo” o guagua como se le llama en Canarias y en otros puntos de Centroamérica. Esta historia ha sido posible conocerla al ser relatada y contada con fidelidad, ya que al menos dos de los supervivientes la ha narrado, incluso se rodó una película a tal efecto, en la que uno de los secuestrados intervino.
Las víctimas fueron en su mayoría estudiantes de la “Unión de Estudiantes Secundarios,” rama estudiantil del peronismo revolucionario, de la ciudad anteriormente citada, ciudad esta en la que se aprecia una característica especial, en el trazado de sus calles, que son en diagonal y hay que andar muy listo, para no perderte en los cruces.
Esta agrupación de futuros y auténticos estudiantes, junto a estudiantes de otras escuelas, habían demandado, con anterioridad, al menos con un año de antelación, o sea en 1975. Año este, en el que en España moría el dictador Franco, un autentico sanguinario, hombre que lo mismo pacto con Hitler, que con Mussolini o con Churchill o con Perón, este último ayudó a la población española, con trigo y carne y otras materias, propiciando comercio entre ambos paices, aunque más tarde, Perón se exilio en Madrid. Para sustanciar la ayuda, el propio Perón vio ventajoso, un viaje de Evita a España, en contra de su voluntad. Pero volvamos a la exigencia estudiantil del “boleto del colectivo” ante el Ministerio de Obras Públicas, con descuento para los jóvenes estudiantes. Eso que visto así parece no tener más importancia, las dictaduras lo convierten en algo personal y lo utilizan para callar no solo a los que ellos catalogan de insurrectos, sino como ejemplo de “autoridad” ante un pueblo, que ve la llegada del terror… Malditos sean los dictadores, sea cual sea su ideario político.
Ante mí y leyendo la analogía sobre los hechos me veo con dos versiones, que propiciaron los hechos: A) El testimonio de uno de los sobrevivientes, Pablo Díaz, ha popularizado la hipótesis de que los secuestros hayan sido consecuencia directa de aquel reclamo. Sin embargo; B) Otro librado de ser ejecutado, como Emilce Moler, asevera que esa añagaza, “…no tuvo ninguna incidencia en el episodio del 16 de septiembre.” Pablo Díaz testificó: “Que el boleto estudiantil, que habían conseguido los estudiantes secundarios en septiembre de 1975, fue suspendido en agosto de 1976. Con la intención de detectar, mediante un trabajo de inteligencia, quiénes eran los líderes,” “…potenciales subversivos…” – Empleo las palabras textuales, que obra en los texto en mi poder – en cada escuela, e ir a buscarlos.”
Al respecto, existe un documento de la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires llamado: “La Noche de los Lápices,” firmado por un “comisario mayor, Fernández.” Aclaro, por si hay confusión, que el secuestro del caso A, sucede el día 16 y el del caso B, la madrugada del 17. Por consiguiente: El secuestro de Emilce Morel se produjo, entre las 3 o 4 de la mañana del 17 de setiembre. Cita el propio Emilce “Llegó un grupo grande de hombres fuertemente armados a su vivienda y apuntaron a sus padres con armas largas. Buscaban a una estudiante de Bellas Artes…”
“La noche de los lápices” fue un asesinato más de las dictaduras y concretamente de los dictadores en Argentina. El mundo esta lleno de asesinos de esa naturaleza, el mundo que cínicamente llamamos “civilizado” actúa así… Los que sabemos y conocemos las “obras de los dictadores” con hechos así, nos estremecemos y nos solidarizamos, pero cuando conocemos que un asesinato de esa calaña no queda impune, sentimos una alegría y abrazamos a los hacedores de tal hazaña, que siendo “justicia” se nos antoja cuesta arriba, verla hecha realidad.
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