Al guía Larbi y al Palau de la Música de Barcelona
Mi más sincero agradecimiento y el mayor respeto, ante la profesionalidad demostrada.
Durante la vida o, mejor aun, mientras vivimos, vamos recibiendo impulso negativos y positivos, la forma de ir aceptándolos, va a ir forjando nuestro carácter. El como actuemos; tanto en la adversidad, como en la satisfacción, nos irá dando, a nuestro alrededor, de cómo somos y la capacidad de raciocinio que podemos administrar. Veces una alegría en apariencia, para el resto, puede considerarse subliminal. A mí, estos días pasados, fue un impulso de gran llaneza y mayor amabilidad. Así mismo, me sirvió de aliciente a un mal trago, vivido el día anterior: “Cada campimetría que me hacen, va dando resultados negativos, lo que significa que la visión se achica, cada vez más y ciertamente, no hay que ser un lumbrera, para captar la realidad, es tan obvia la realidad que estamos a unas décimas de “no ver,” como perdemos la luz… Hay grandes contradicciones en nuestra trayectoria vivencial; Fijaros como ha sido, dedicar toda una vida a la imagen, para acabar sin el icono, que nos permite captar la realidad.”
Ese día, al que me refiero, teníamos mi acompañante "lazarillo" y amigo Roberto Carugatti Domenella, previsto visitar el Palau de la Música, cito en el noroeste del barrio Gótico, con más de un siglo de antigüedad, obra y fruto de la aportación popular. En Barcelona hablar o preguntar por el Palau, es hablar de música y además, sin menosprecio a nadie, de muy buena música y consiguientemente de arte en su mayor esplendor. Gracias por estar y por hacer lo que teníais que hacer. Entiendo que habéis superado un socavón fruto de una indeseable gestión política, creo que superada y en apariencia olvidada, no seré el que reproche a la institución tal acto, sino a los responsables. La realidad de tal afirmación es que allí fuimos.
Ese día fuimos en compra de las entradas, para la visita guiada, la más próxima a nuestro interés horario, era en catalán y así hicimos, sacamos esas y con la certeza por mi parte, de que si algo me perdía, Roberto, conocedor del idioma catalán, me ayudaría. Pero el prodigio del día, va y ocurre y se presenta, haciendo que concurran varias circunstancias a la vez, primero éramos lo únicos en esa visita, la sala estaba sin grupos y lo más importante, Larbi Ben, nuestro guía, profesional y gran conocedor del Palau, tras la presentación y en preámbulo previo a la visita, con una proyección en vídeo de la historia del insigne lugar y decirnos que se nos proyectaría en español, cosa que así ocurrió… Permitirme un primer sombrerazo, a el buen hacer y a la amabilidad de este consumado mentor.
Una vez, nos introdujo en la sala principal, con capacidad para 2400 personas, nos indicó que nos sentáramos donde mejor quisiéramos e hizo sonar el Órgano principal, con una clásica sinfonía, que sonó exclusivamente para nosotros dos, en ese momento me sentí muy afortunado y bastante agradecido y por que no expresarlo: feliz. Aquello me ocurría a mi, era tal vez una compensación al palo del día anterior, aquellos más de mil tubos de reciente renovación, pues el anterior material se había oxidado, como consecuencia de las deficiencias, que tenia la institución en una contracción de tal característica y familiarizada, por la posible solidaridad del barrio… El Palau sonaba para mi… realmente grande. Permítanme un segundo sobrerazo a la grandeza y genialidad del Palau y de Larbi, saber acoger a sus invitados… Mil gracias. En se momento y tras una conversación, le dije: “…que para mi, la música era el idioma más universal que tenemos los seres humanos, pues de siempre se ha usado por todos, en todos sitios, lo sabemos captar e interpretar, además de regalar alegría o inspirar tristeza, mejor que la palabra o los gestos… Viva la Música”
El esplendor de dicha obra, me refiero al Palau, nunca se podrá ver en su gran magnitud, habida cuenta, que ha quedado encajonada por otras construcciones, pero así y todo, su grandeza, se deja ver en su visita, cosa que hicimos concienzudamente y reflexivamente desde la oratoria acertadísima del profesional guía, ávido y docto conocedor y de excelente trato y mayor afabilidad… Un sombrerazo a Barcelona por conservar obras de tal dimensión.
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Palau de la Música de Barcelona |
Esto no es producto de la imaginación, ni un cuento, ni menos aun, un trabajo por encargo, es el sentimiento experimentado en el Palau y el trato recibido, cosa que pude constatar con el compañero de viaje y que de su bondad, recibí la ayuda para llegar allí o a otros muchos puntos de la ciudad.
Así ocurrió y así os lo rememoro. Siempre vuestro…
Cecilio Urgoiti
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