La mordaza no se vota (…
y la votaron, los muy borricos.)
Por Diario de Avisos · julio 6, 2015. Hoy hace un año que publique este artículo,
y además de estar en total vigor, nos ha de servir de recordatorio.
Significativo entiendo el titulo, pero también significativo, entiendo lo incumplido por la sociedad. Una aclaración,
en aquella época fue noticia una cena en Casa Botín de los cinco “caballeros,”
fueron, Felipe Glez., Aznar, Zapatero, Rajoy y el rey emérito, nunca lo puse en
mayúsculas, donde se trato el papel que jugaria y el silencio sobre su
historia, así como el caso Noos.
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Por los hechos son conocidos... |
Nunca podré entender, como cinco caballeros pueden
mover las mandíbulas a dos carrillos, mientras a los ciudadanos se les amordaza
con una ley de dudosa constitucionalidad. Dice la tradición democrática,
originada de las revoluciones francesa y americana, que los derechos
fundamentales deben ser tutelados por ese segmento del Estado que son los
tribunales de justicia y, en ningún caso, podrán meter baza o asunto los otros
dos estamentos estatales que lo conforman. Vamos, ni el ejecutivo, ni el
legislativo, aun teniendo esas mayorías necesarias, de las que a tanta gala nos
recrean. Consideran estar henchidos de una “legitimidad impropia” de la
participación democrática, que la política con sus políticos a la cabeza han
ido moldeando para arrogarse una representación que, según ellos, tan solo les
obliga a comparecer ante los ciudadanos cada cuatro años, si a España nos
referimos. Eso sí, exigen y utilizan de manera descarada un aforamiento que
raya la mas grande de las caraduras. Recuerdo a mi madre, que en la mayoría de
las ocasiones que hacía la colada, en una lavadora circular que había que
agregarle el agua y el detergente y al ponerla en marcha giraba unos segundos a
la derecha y otros a la izquierda. También recuerdo que era muy ruidosa y que
estaba al lado de la piedra de lavar, en el patio… Pues bien, a lo que vamos,
casi siempre se perdía un calcetín, en esos momentos se formaba un revuelo y
todos a buscar el calcetín y no aparecía. Yo siempre pensé que la prenda se iba
al país de nunca jamás y mientras mi madre se enfadaba mucho, a mí no se me
ocurría decirlo, por si las moscas. En la actual España las lavadoras tienen
unos programas informáticos que superan con creces la capacidad en megabytes que
llevaba el Apolo XII. Pero mira por dónde, en vez de perder calcetines pierden
mantas tan grandes que, si las comparamos con la libertad de expresión, son tan
necesarias en invierno como la libertad para la vida en democracia. Esa
libertad de expresión fue algo que a finales de los 70 del pasado siglo nos
deslumbró y fuimos ciegos a dar un sí al referéndum de la Constitución del 78.
Ahora bien, si en estas actuales circunstancias se nos hace desaparecer la
manta y no el calcetín, el país del nunca jamás no será un lugar de cuento. Se
podrá convertir en ese deseado lugar donde recuerdo que la política es para
servir y no servirse, cosa que hasta ahora no ha sido la constante de nuestra
reciente historia, donde se confunde el término de democracia participativa con
aquella expresión de “democracia orgánica” que los franquistas llevaron por el
mundo, tratando de hacer creer que la dictadura no existía y nuestra vida
política era una avanzada y próspera democracia. Dijo el fundador de Falange
“que el más notable destino de las urnas es romperlas”. No creo que aquí, en
esta nación, se quiera llegar a esa máxima, propia del fascismo más atroz.
Pero, ojo, se está caminando de una forma donde, cada día que pasa, ves muy
poca ética política y se te van prohibiendo todos los derechos fundamentales
por la vía legislativa, pero como normas gubernamentales y no amparadas
constitucionalmente. Es peligroso para la democracia silenciar al pueblo y
además ir saqueándole cada derecho fundamental, bajo la premisa de una Europa predominada
por un neoliberalismo que nos atosiga, nos miente y quita ahora la libertad. En
ningún otro país se ha visto tal desaguisado y a esta España mariana hasta la
ONU le reclama a nuestro Mariano que retire esa ley que amenaza con silenciar
al pueblo, bajo multa económica, sin que la administración de justicia actúe en
primera instancia. Salud, República y Laicismo.
Cecilio Urgoiti
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