Sin pelos en las teclas: Soy un ensayista de la realidad política, un periodista sin pelos en las teclas, luchador de mil batallas. Hago política, con el certero objeto, que otro no la venga hacer por mí, sino, la hagamos todos juntos. Defiendo la democracia participativa y entiendo como republicano convencido que soy, que solo se da la democracia real en la República. Así mismo, creo en la autodeterminación de los pueblos y a mi no me importa que los demás, se salgan con la mía.

martes, 28 de junio de 2016

                         Los británicos no volverán…                                                                                                                     
De “introspectiva y onírica,” pudiéramos catalogar a Gran Bretaña, esta, pero a lo mejor no esta, tal vez se va, pero tal vez, se queda. Es como aquella película que tanto me impacto y que una vez acabo, no he querido ver “más nunca” expresión esta de uso común en Canarias. La película en cuestión es: “Vida en sombras” que cuenta la historia de un cineasta, un hombre obsesionado por atrapar la imagen de una realidad siempre cambiante: es una reflexión angustiosa sobre la naturaleza del cine, disfrazada de biografía, realizada con una técnica impecable que repite al infinito el juego entre la realidad y su reflejo. Una de las películas ¿malditas? del cine español, Vida en sombras es hoy reconocida como una de las obras más extraordinarias de su tiempo, una pieza única, rara e irrepetible que no tuvo continuidad en la historia del cine español. Algo así, ha pasado con la estancia de la sociedad británica, la cual siempre tuvo parte de su cuerpo en la UE, pero la cabeza y sus objetivos, solo en la Gran Bretaña.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido, bajo la influencia de dos superpotencias, que se disputaban su hegemonía y a su vez, una serie de países europeos, la mayoría antiguas metrópolis coloniales, que ahora se subordinaban a uno de los bandos que pactaron el reparto. Nada de extraño, si analizamos la Europa de los anteriores siglos. Países fundamentalmente debilitados, tratando de reivindicarse del desastre, que les había provocado la guerra. Asimismo se esforzaban en recomponer su influencia y al menos alcanzar su perdida la reputación. Desde el principio Francia, tuvo claro que esto último, su reputación y su prestigio, eran dos cualidades muy valiosas que no se podían negociar y, a pesar de su gran pérdida, y mayor humillación. Con la obstinación del General de Gaulle, haciendo todo lo posible, para que se le reconociera como potencia vencedora, siendo participe, de la liberación de su país, invadido y ocupado. No obstante, una serie de reveses internacionales sufridos años más tarde, que descollaron con el quebranto de Argelia, dejando a Francia huérfana de sus colonias y, con sus ojos puestos en Europa.
Tras el triunfo aliado, se había insistido, en un acercamiento entre Francia y Alemania, transgrediendo algo más que la propia reconstrucción, con un objetivo, al menos de cara a la galería, aunque pronto se convirtió en realidad. El objetivo una paz duradera, cosa que si nos remitimos a la realidad, se logro a pesar de aquella “guerra fría” de influencia americana y con el beneplácito británico. Unos años después, entre cinco y seis, en 1951, ambos países firmaron junto con Italia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda, la Comunidad Económica del Carbón y del Acero y años más tarde, con la firma del Tratado de Roma, constituyeron la Comunidad Económica Europea.
Mientras en la Gran Bretaña al final de la guerra, el que fuera “Primer Ministro” británico, Sir Winston Spencer Churchill, siempre se manifestó como un valedor de la “unión” de Europa, para así evitar, nuevos bretes que pudieran desembocar en otra guerra, entre Francia y Alemania. Sin embargo, él nunca abogó, por la inserción del Reino Unido, en lo que hoy conocemos como UE, ya que, según sus consideraciones, su alianza natural, estaba ligado al de los Estados Unidos. Pero al caer el intento de crear la Asociación Europea de Libre Comercio, impulsada por los americanos y los británicos, como freno y para contrarrestar el creciente poder de la CEE, el Reino Unido propone por primera vez, 1961 su adhesión a las CEE. Fue rechazada  en 1963, por el francés, Charles de Gaulle, al considerarlo un “Caballo de Troya” de los Estados Unidos. Lo mismo sucedió, por segunda vez, en 1967 cuando volvieron a intentarlo y se encontraron de nuevo, con la negativa del obstinado general, que los vetó. Así, hasta que en 1973, y bajo el gobierno del conservador Edward Heath, por fin los británicos logró unirse CEE. Pero siempre de aquella manera, estando dentro, pero también fuera, formando parte de un sistema económico, pero sin contagiar su moneda y diciendo, lo mío es mío y de lo tuyo ¿Qué me toca? Circulando sus vehiculos al contrario, que en el resto del mundo. Con un sistema de medidas y de pesos, que siempre ha sido necesaria una tabla de equiparaciones y… esa flema inglesa, que cuando pide parece que da
Ha llegado el tiempo de que la Unión Europea, actúe con determinación y haga real eso tan claro, que “fuera es fuera.” Tal vez ha llegado la oportunidad. ¿Os preguntareis para qué? Para demostrar, si hay o no hay, beneficios al pertenecer a un club que ha permitido a sus socios, vivir el mayor periodo de bienestar y paz de toda la espasmódica historia europea, siempre marcada de guerras y destrucción, entre sus propios pueblos. 
Ahora bien, tengamos en cuenta que desde la II Guerra Mundial hasta 2007, la UE fue un remanso de paz y estos últimos años, ha sido agitada y zarandeada como un pelele en manos del capital, que no ha cesado de hacer caja y los viejos ciudadanos británicos, con mucha experiencia y con mejor sentido común, desde mi óptica, les han cogido la vez, a sus descendientes y les has dicho, de forma solemne ¡Hasta aquí, hemos llegado, el Imperio se puede por si solo! Y la OTAN es nuestra y de los EEUU, por si hay duda y siendo ese, el autentico motivo de entrada, no van a sucumbir ante una Alemania que se ha empeñado en ejercer de árbitro, jugador y publico, a la vez.
Tal como veo esto, se esta preparando un principio del fin, de un sueño, que para los mercaderes ha tocado arrebato y, además no paran de hacer caja.

Cecilio Urgoiti  

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