Sin pelos en las teclas: Soy un ensayista de la realidad política, un periodista sin pelos en las teclas, luchador de mil batallas. Hago política, con el certero objeto, que otro no la venga hacer por mí, sino, la hagamos todos juntos. Defiendo la democracia participativa y entiendo como republicano convencido que soy, que solo se da la democracia real en la República. Así mismo, creo en la autodeterminación de los pueblos y a mi no me importa que los demás, se salgan con la mía.

lunes, 20 de junio de 2016

Un despertar con reflexión

El despertar de un día estival, nos abre un abanico de posibilidades… Para algunos tal vez solo sea la hora, de pensar en el trafico que tropezara en su viaje a la playa. O el oír del sonido del ajetreo, que el trafico y los convecinos empiezan a producir, producto de su actividad. O tomas el primer café, incluso, los habemos que con mal humor o tan solo, es el correr que trae consigo, el ser remolón. Yo soy de los que prefiere madrugar y compartir con mi otro Cecilio, los más de treinta minutos en silencio, pero planificando el día que empieza.
Se que para otros, es un buen día de verano, si hay un buen día de playa, donde las olas del mar se columpian al nacer el sol, para otros es el escuchar el arrullo de las olas, mientras brotan los rayos del sol, con ese quieto amanecer y, justo en ese momento, piensas que en las antípodas del lugar donde te encuentras, se esta produciendo el fenómeno contrario, que es el atardecer. Al nacer la mañana nos acercaremos a ese hermoso paisaje, que toda playa tiene a la orilla del mar, donde se produce una suave brisa  y mientras miramos esos barquitos de pesca que desaparecen en el horizonte, dejándonos una sensación de quietud y tranquilidad, cortejada por el suave tarareo de las olas. Con ese ir y venir del agua, brotándote sin esperarlo, aquella frase de Heráclito al explicar que el principio del todo es que todo esta en movimiento, “No nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río, ni siquiera una vez.”
 Tanto el amanecer, como el atardecer, empiezan con prisas, voces, llamadas, preparación de cenáculos, correteos al trabajo o carreras al volver, compromisos que cumplir o metas que alcanzar. En cada vida hay día y hay noches, hay luz y hay oscuridad. Pero teniendo el fenómeno  de rotación del Planeta Tierra, el mismo ritmo, el amanecer te lleva a correr y hacer mucho más. Sin embargo, el atardecer, tarda lo mismo, pero nos da luego parte de la noche, antes de acostarnos, ese tiempo para recapacitar y analizar lo transcurrido. El atardecer, al contrario que el despertar, es el sosiego, la llamada a la tranquilidad, es el recuperarse lentamente del zarandeo diario, tal vez escuchar música nos calme, ya dice el refranero castellano, “que la música amansa a las fieras.” Tal vez la tranquilidad deseada la encuentres cuando estas leyendo… Piensa, vive, es ahora el momento, nunca lo dejes para luego, a lo mejor es tarde y todo se ha perdido, vive con intensidad y pon toda tu pasión en ello.
Esperando la puesta de sol
La conclusión destacada, respecto a esta reflexión, es que vivas el momento en su totalidad, intensamente, deleitosamente, porque no hay nada que temer, porque incluso la propia vida se nos da como una ficción. No se necesita ningún convencimiento, ninguna salvaguardia, ni salvoconducto, para que nos sentemos y veamos como nace el día y como nace la noche, es más, cada fracción y dentro de esa fracción hay muchas más, nace tanto el día como la noche y la vida sigue. Estemos o no estemos, el amanecer es un nacer, pero no olvides que el anochecer es otro nacer. Vive momento a momento, confiando en la totalidad de la ficción de la propia existencia de la vida, al igual que los pájaros confían en ella y si te fijas con atención veras como los árboles confían en ella, dándonos flores y el mejor fruto. No te separes de la ficción de la existencia, conviértete en parte de ella, y el conjunto de la ficción de la  existencia te cuidará…


Cecilio Urgoiti

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